Estudiarán exceso de yodo en la dieta y efecto en la tiroides

En Chile hay una gran incidencia de hipotiroidismo.

El hipotiroidismo afecta a 2% de la población chilena y se estima que el no diagnosticado aqueja al 20%. «El último índice es cinco veces superior al de Europa», afirma Rodrigo Moreno-Reyes, endocrinólogo e investigador chileno-belga, que lleva más de 30 años estudiando patologías tiroideas y su relación con la deficiencia o exceso de yodo en la nutrición.

Según el especialista, la gran incidencia puede ser efecto de la ley que se implementó en 1989 en el país y obligó a yodar toda la sal con 100 miligramos por kilo. «En 1994, en Calama, los valores llegaron casi a 2000 mil microgramos de yodo por litro de orina y lo óptimo es entre 100 a 199 microgramos. También se incrementaron patologías autoinmunes a la tiroides, como hipotiroidismo, lo que hace pensar que el alto consumo de este elemento podría causarlo». Aunque en 2000 se promulgó una ley para reducir el contenido de yodo en la sal, de 40 a 60 miligramos por kilo, no ha sido suficiente para reducir los índices de alteraciones a la tiroides. «Chilenos consumen el doble de sal de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, lo cual también explicaría que pese a la reducción de yodo, su consumo sigue siendo alto y afectando la salud de la tiroides», asevera la doctora Claudia Riedel, investigadora del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia.

Justamente, ambos expertos están diseñando un estudio epidemiológico, que se realizará en 1000 personas de distintas etapas vitales de Chile y Bélgica, con el que buscan validar a la proteína de la tiroides (tiroglubina) como un nuevo biomarcador que permita entregar una evaluación del contenido de yodo en la glándula tiroidea y sus posibles alteraciones.

El estudio debería comenzar el 2019 y se pretende que también permita levantar información epidemiológica relevante y analizar los efectos del exceso de yodo o el real impacto de medidas como la reducción de yodo en la sal.

Por eso, ambos expertos creen que los resultados de este estudio podrían permitir mejorar políticas públicas y leyes, pero también los diagnósticos y tratamientos de las patologías tiroideas.

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